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Análisis

La historia de la inflación

Por Jacqueline Torres**

Publicado

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La inflación es un problema al cual nos enfrentamos cada vez que vamos al almacén o supermercado, pero no es algo nuevo. En este artículo hacemos un recorrido histórico sobre la inflación en nuestro país.

Para comenzar un correcto análisis debemos definir en primer lugar que es la inflación. En una economía de mercado los precios de los bienes y de los servicios están sujetos a cambios. Algunos aumentan y otros disminuyen. Existe inflación cuando se produce un aumento general de los precios, no solo de artículos individuales, que da como resultado que por cada peso pueden adquirirse hoy menos bienes y servicios que ayer. Es decir, la inflación reduce el valor de la moneda con el tiempo.

En nuestro país la inflación la mide el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) a través del índice de precios al consumidor (IPC) es un indicador que mide la evolución promedio de los precios de un conjunto de bienes y servicios representativos del gasto de consumo de los hogares residentes en un área determinada. Hasta julio de 2017, el IPC cubría el Gran Buenos Aires. Desde ese mes, se amplió la cobertura del indicador a todo el país. Los resultados se obtienen de 39 aglomerados urbanos y se presentan, desde entonces, desagregados para 6 regiones estadísticas definidas por el INDEC: Gran Buenos Aires, Cuyo, Noreste, Noroeste, Pampeana y Patagonia. Esta ampliación geográfica implicó que se pasara de recolectar 90.000 precios a 320.000, aproximadamente (INDEC).

Aunque Argentina es un caso muy singular, la inflación también es un problema mundial que se da en ciclos históricos determinados por diversos factores como se puede ver en este gráfico realizado por el Banco Mundial que promedia la inflación anual del mundo.

Argentina ha padecido numerosos ciclos inflacionarios, cuatro hiperinflaciones y solo unos pocos periodos de estabilidad de precios.  Según un trabajo realizado por la Bolsa de Comercio de Santa Fe en los últimos 210 años registran una tasa de inflación promedio de 51,0% anual, siendo el máximo histórico de 3.079,5% en el año 1989. Aun sacando del cálculo los años hiperinflacionarios, el promedio anual de inflación en Argentina entre 1810 y 2022 se ubica en 8,8%.

Si analizamos el periodo desde 1810 hasta el 1848, la evolución de los precios domésticos estaba estrechamente vinculada al mercado internacional y a las variaciones del tipo de cambio. Este período se caracterizó por fluctuaciones de precios tanto a la baja incluso años de deflación a excepción de algunos años particulares (25,3% en 1818, 34,3% en 1830, 19,9% en 1835), y un extraordinario ciclo inflacionario entre 1837 y 1840, registrándose un pico del 84,6% para fines de 1838.

Entre 1868 y 1875 Argentina se integra a la economía internacional con la implementación de las reglas del patrón oro. Dicha política fue abandonada en mayo de 1876. Los precios que durante este período se habían mantenido prácticamente estables, se incrementaron y se registraron tasas de inflación del 10,0% a partir de dicho año y durante los dos siguientes. Desde 1879 a 1883, la economía argentina enfrenta una nueva deflación en los precios; período en el cual se adoptaron políticas fiscales y monetarias contractivas sumado a que se evidenció una apreciación del tipo de cambio a niveles previos al régimen de patrón oro. A partir del año 1884, Argentina enfrenta un nuevo ciclo inflacionario que se prolongó 13 años, con una tasa de inflación anual promedio del 5,2%.

Desde 1940 hasta finales de la década de los 60, tras la aceleración de la tendencia alcista de los precios, Argentina ingresa en un nuevo ciclo inflacionario con una tasa promedio del 23,7%. En este periodo cabe mencionar que la tasa de inflación alcanzaría su máximo histórico (hasta ese momento) en 1959, año que podría considerarse hiperinflacionario tras evidenciarse un incremento de precios del 113,7% anual.

Desde 1975 a 1982, la tasa de inflación anual promedio rondaba en un 188,5%; acelerándose de manera inédita hacia finales de 1983. Durante los dos años subsiguientes, la variación del IPC sobrepasó el 600,0% anual. La implementación del Plan Austral (junio de 1985) permitió una notable reducción de la tasa de inflación, ubicándose en un 90,1% hacia fines de dicho año. Sin embargo, la crisis económica de 1989 vuelve a desatar el crecimiento abrupto de los precios, aunque en este caso, a niveles nunca antes registrados en el periodo bajo análisis. En este año, el incremento del IPC alcanzó un máximo histórico del 3.079,5%.

Más cercano a este tiempo, en el año 2002, se deja atrás el tipo de cambio fijo establecido por la Convertibilidad y se devalúa la moneda. La depreciación cambiaria se trasladó parcialmente a precios y dicho año la tasa de inflación cerró en 25,9%. Los cuatro años subsiguientes, se observaron tasas de inflación relativamente bajas, siempre por debajo del 15,0%, concluyendo con un promedio entre 2002 y 2006 del 13,3%. Sin embargo, en 2007 la variación del IPC vuelve a superar el 20,0% anual, situación que se vuelve una nueva normalidad hasta el 2013 inclusive, llevando al promedio del periodo 2007-2013 al 23,5%. En el 2014 se produce un nuevo salto inflacionario, estimándose una tasa del 38,5% en el año. A partir de allí, con las excepciones de 2015 y 2017, la inflación anual superó siempre el 35,0%, con un pico del 54,0% durante 2019.

Como tratamos de resumir en este breve recorrido, la inflación no es un problema nuevo. Los diferentes gobiernos de distintos signos políticos aún no han encontrado una política a largo plazo que solucione este problema. La desvalorización de la propia moneda, causada por la inflación, ha profundizado el bimonetarismo presente de hecho en nuestro país. Actualmente nos encontramos en un nuevo ciclo inflacionario que no parece tener solución.

Desde este espacio creemos que se debe hacer un estudio minucioso de las cadenas de valor con un análisis de costos y ganancias por parte de las grandes empresas que fijan los precios. Notamos una gran alteración en el margen de ganancias en los procesos intermedios de comercialización donde los más perjudicados son los consumidores finales y los pequeños- medianos productores. Sin dudas, los controles de precios son medidas válidas, pero no son suficientes si no se tiene control sobre toda la cadena de valor.

**Licenciada en Administración Pública

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